domingo, 5 de mayo de 2013

Nuestra cárcel sin barrotes

Nuestra cárcel sin barrotes:

La tecnología avanza a gran velocidad y a medida que hace su camino van saliendo a la venta nuevos aparatos electrónicos sin los que "no podríamos vivir", pero sin los que hemos vivido hasta ahora. Aparatos que muchas veces lejos de solucionarnos la vida nos hacen dependientes de ellos.

Concretamente, constantemente escucho la supuesta libertad que nos proporciona comunicarnos a distancia. Estos avances en la telefonía móvil han marcado un antes y un después en lo que a comunicación personal se refiere. El móvil ha pasado de ser un lujo, a ser una parte indispensable de nuestra vida.

Hoy en día todo el mundo tiene móvil. Quien no lo tiene "es un tipo raro" que no entiende las ventajas de las nuevas tecnologías. Hay quien incluso tiene dos móviles y cada vez se vuelve más frecuente ver a niños de 8 años hablando por el móvil. En los anuncios nos lo venden como un medio de ser libre, de romper con las cadenas, cuando verdaderamente parece que eran más libres aquellos que no los tenían.

Estos aparatos no solo nos atan, están acabando con el contacto humano. Antes, para quedar, por lo menos se llamaba por teléfono y ahora se deja un Whatsapp o un sms y ya está. Más de una vez cuando he quedado con mis amigos me he dado cuenta de que en vez de hablar entre ellos, estaba chateando por el teléfono.

Esto no es una crítica a las nuevas tecnologías, ya que creo que conceptualmente son algo muy bueno. Lo que pasa es que debido a todas las comodidades y entretenimiento le estamos dando un uso excesivo.  Como consecuencia, nos estamos volviendo tecnológico-dependientes, lo cual, en vez de liberarnos, nos esclaviza.



Javier S.


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