¿Qué hay más importante que dormir? ¡Nada! Esto es así, y el que diga lo contrario es que no le ha sacado todo el jugo a este maravilloso arte.
Hay distintas maneras de homenajear este arte. La primera, vestirte con sus maravillosas prendas. Los mejores en esto son los que consiguen llegar a la siguiente noche sin habérselas quitado. La segunda, dejando en manos de Dios nuestro trabajo. Despertándonos cuando Él quiera, el llamado "Despertar católico".Y la tercera manera de homenajear este magnífico arte es la más importante: pelear por que nadie te impida disfrutar de él, aunque sea lo último que hagas.
Al principio de mi existencia, ya hace unos cuantos años, lo de dormir era lo peor. Llegaba mi madre y me decía: "Vamos a dormir" y yo, como cualquier otro niño de tres, cuatro, cinco años, me inventaba una excusa para no ceder en aquella tortura. Pero con el paso del tiempo, todo cambió. Por la mañana, te peleas con la almohada para que te deje ir al colegio. Después de comer, intentas, bajo toda circunstancia, echar una cabezadita. Y por la noche llega el momento triunfal, el momento que habías estado esperando durante todo el día, y puede que más. Ese momento en el que te olvidas de todo, y disfrutas junto con tus mantas de este inmenso arte, el arte de dormir.
Pedro P.
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