La idea de escribir esta entrada me vino el fin de semana pasado, al ir a recoger a mi hermana de ocho años a una fiesta. A esta fiesta no la invitó ninguna amiga suya, sino que tuvo que ir obligada por mis padres, ya que era la fiesta de la hija de unos amigos suyos. Fue a esa fiesta sola, no conocía a nadie. Cuando fui a buscarla, nada más entrar por la puerta me la encontré corriendo por la casa y riéndose con otra tres niñas que no había visto en mi vida. Esto es lo que habría pasado si un chico de entre 16 ó 20 años hubiese ido a la misma fiesta. Al llegar a la casa verás a un montón de niños y niñas de tu edad hablando y riéndose. En vez de lanzarte y hablar con ellos te quedarás un rato pensando si les gusta la ropa que llevas, si les gusta tu pelo o si les pareces raro.

Durante los 16 años de mi vida me he dado cuenta de que me he convertido en una de estas personas. Por mucho dinero que tengamos o por muy bueno que sea tu coche, no seremos del todo felices si no pensamos como los niños.
Rodrigo S.
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