Dicen los nórdicos que los habitantes de la parte sur de Europa somos apasionados. Manifiestan que tenemos la sangre caliente y que eso nos hace tener un temperamento muy fuerte que nos lleva a meternos en muchos líos.
Como latino que soy, conociéndome y conociendo a la gente que tengo a mi alrededor, pienso que una de las características que mejor define a los latinos en general, y a los españoles en particular, es la envidia.
Una persona envidiosa siente malestar ante las cosas buenas de aquellos que les rodean. El nuestro es un país de envidiosos, porque gran parte de la programación de las televisiones que tenemos se dedican a hablar de los chismes de la gente. El hecho de estar pendiente de la vida de otros es el primer paso de la envidia. ¿Y quiénes están pendientes de las vidas de los demás? Las marujas.
¿Habéis visto alguna vez a varias marujas en acción? ¿No? Prestad atención:
¿Qué conclusión sacamos? Claramente las vecinas están más pendientes de ver qué hacen y tienen sus vecinos que de sus propias familias. Y todos llevamos una maruja dentro. "Hay que ver el abrigo con el que me viene éste hoy". "Bueno, qué barbaridad el plan que hicieron éste y el otro el viernes pasado; ¡qué escándalo". ¿Por qué no decimos las cosas a la cara? Nos ahorraríamos muchos problemas, malos entendidos y enfados que nos amargan la vida día a día.
¿Que tus cascos son mejores que los míos? Bien. Pues ya me los dejarás... Hagamos el ejercicio de alegrarnos por los de enfrente. De esta manera seremos más felices.
Eduardo B.
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